Un
remedio seguro para la furia que producen los pequeños altercados de nuestra
vida cotidiana es relajarnos, ante el embotellamiento del tráfico, la cita no
cumplida, la pérdida de información vital, la desilusión, la inquietud, la ira
y decir: "Ser humano no es difícil".
Quizás
no remedie nuestra frustración por mucho tiempo, pero vale la pena practicarlo.
Muchos de nuestros problemas surgen al olvidarnos de lo difícil que es.
Con
frecuencia fijamos estándares de conducta inalcanzables, inclusive para
nosotros mismos. Somos criaturas complejas y maravillosas que poseen muchas
habilidades, pero nuestro afán de perfección frustra nuestra capacidad de goce
y de disfrutar lo que tenemos en ese momento.
Ser
humano es difícil y lo hacemos en forma imperfecta. Pero cuando combinamos
nuestro esfuerzo con el de otros, construyendo un edificio o representando una
obra, multiplicamos nuestras imperfecciones, lo mismo nuestras
habilidades. Aun así, nos necesitamos mutuamente.
Si
podemos desapegarnos de la ira o de la decepción y reflexionamos acerca de lo
maravilloso que es poder hacer cualquier cosa, podremos recordar amarnos a
nosotros mismos y a los demás por nuestra complejidad y por nuestra simplicidad
humana.
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